Dos prácticas —estéticas; místicas; autobiográficas— atraviesan esta exposición bi-individual:
la respiración y la repetición. La enmarca, a manera de convención operativa, una linde: la
elección del formato A3 como punto de partida para establecer unas pocas dimensiones que
se erigen como sinécdoque de autocontención y confinamiento. Y, finalmente (esta tercera
noción la he incorporado yo), hay aquí una sinestesia: los trazos de Miguel Castro Leñero y
Federico Jordán podrían apreciarse como un despliegue de sonido binaural trasmutado en
materia visual. Más que un tema en el sentido figurativo de la palabra, lo que subrayo en
esta doble entrega plástica es una traslación: la que media entre la energía corporal del
artista y el objeto físico sobre el que se trabaja. Esta lectura adquiere mayor relevancia en la
medida en la que atañe a un conjunto de piezas producidas, al menos en principio, para
ocupar un espacio-sin-espacio (un cuerpo-sin-cuerpo) dentro de los límites de una galería
virtual.
Federico Jordán utiliza la respiración como materia estética de sus piezas más
recientes, incorporando a la techné un aspecto performático: no solamente la vocalización
(en lengua española) de palabras que designan al objeto figurativo que ejecuta, sino el
registro pautado -sobre los movimientos que sus manos hacen en torno a papel, colores y
texturas- de inspiración, espiración y breves explosiones guturales: invocaciones. Hay un
ligero aire de chamanismo portátil en el trance (existe un registro videográfico de Jessica Nieto al respecto), pero también cierta pulsión de autorretrato diferido: Jordán dejó de
fumar hace poco; las piezas aquí expuestas forman parte de un proyecto existencial de re-
posesión del propio aliento.
En los trazos de Miguel Castro Leñero, por otra parte, la metáfora sonora aparece en
calidad de reverberación de imágenes: iteraciones de un gesto -de un ente- trasladado una y
otra vez al papel hasta, si no agotar, sí por lo menos ahondar (hacer más profunda su
superficie, si se me permite el oxímoron) la presentificación, como quien traslada la
experiencia de los mantras y los mudras al encuentro con los materiales. Me entusiasma
particularmente la progresiva sencillez que aparece en algunas piezas de Castro Leñero,
como si la consigna fuera ser menos expansivo con el tema (aquí uso la palabra en su
sentido musical: una idea integrada por motivos) conforme la experiencia estética se vuelve
más precisa. Esto puede observarse no solamente en el resultado final de cada obra, sino
también en la metonimia del distanciamiento social/espacial que se aprecia en la reducción
de sus formatos de trabajo.
El énfasis me parece colocado en ambos casos en la interioridad: mientras las
variaciones de los territorios visibles parecen aco(r)tarse, la experiencia cognitiva acerca de
ellos (su carácter infraordinario, diría Georges Perec) crece.
A diferencia de la música grabada en estéreo, cuya indudable eficiencia tiene algo
de asepsia y por ende de hospital, el registro sonoro binaural tiende hacia una ficción menos
pulcra (y también, paradójicamente, más pura): la de recrear los sonidos como si quien
escucha estuviera en la misma habitación donde el sonido se produce. A pesar de la
distancia virtual que separa al espectador de estas piezas, encuentro en los métodos
compositivos y las obsesiones visuales de Miguel Castro Leñero y Federico Jordán una intuitiva conexión con experiencias recientes acerca del cuerpo, el espacio y la salud que
hemos experimentado millones de personas en los últimos meses. De eso se trata, dice
Chantal Maillard, la razón estética, porque “la realidad no es lo otro que ha de ser
aprendido, sino aquello en cuyas confluencias nos vamos creando […]; una manera de
autoconstruirse”.
Julián Herbert
Valle de Zapalinamé, verano de 2020
Miguel Castro Leñero nace en la ciudad de México en 1956 cursa
estudios de arte en la Escuela Nacional de Pintura y Escultura la
Esmeralda y más tarde ingresa al Centro de Investigación y
Experimentación Plástica del Instituto Nacional de Bellas Artes.
A sus cuarenta años de quehacer artístico ha participado en
numerosas exposiciones colectivas e individuales en México y
diferentes partes del mundo; destacando algunas de ellas como “La
señal en todas partes”, Galería de Arte Mexicano en 2012. “Fuera de
Registro” 2014, en la Galería Ethra en la Ciudad de México y “ Paisaje
para Armar” Centro Cultural Lux Perpetua 2016, en la Ciudad de
Mérida, Yucatán y en 2018, Hermès ́new home collection, Palazzo
della Permanente, Milán, Italia; Animal mundi en Galería López
Quiroga, Ciudad de México, Alfabetos encontrados, Museo de Arte
Contemporáneo de Aguascalientes, México.
Ha ganado numerosos premios nacionales e internacionales y sus
obras se encuentran en fundaciones y museos de México y diversas
partes del mundo;
como en el Museo Sammung Essl, en Viena, Austria, el Museo Würth
en Kuzelsau, Alemania, El Museo Metropolitano de Nueva York, así
como El Museo Rufino Tamayo, El Museo de Arte Moderno y El Museo
de Arte Carrillo Gil, todo ellos en la ciudad de México.
Forma parte del acervo del Museo de Arte Abstracto Manuel
Felguerez, en Zacatecas, Zac y de la Colección José F. Gómez del
Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, Oax.
En el año 2006 fue invitado por la prestigiosa Fundación Civitella
Ranieri, en Umbria, Italia con una beca de producción para
desarrollar un proyecto personal en las artes visuales.
En 2018 fue elegido por la Casa Hermès de Paris para realizar algunos
proyectos textiles, producidos en la India y exhibidos en Milán, Italia
Su obra ha aparecido en varios libros, siendo el más reciente
Animales del Nuevo Mundo, una colaboración con el connotado
antropólogo Miguel León Portilla.
SEMBLANZA FEDERICO JORDÁN
Regresar a Trabajos de JORDÁN.
Vive y trabaja en Arteaga, Coahuila. Su práctica artística comprende más de 25
años de labor ininterrumpida. Período que lo ha llevado a lograr un reconocimiento
internacional.
Ha mostrado su trabajo en The New Yorker, Harvard Business Review, Forbes, Stanford
University, Tufts University, Business Week, The New York Times, The Washington Post,
Letras Libres, entre otros. Colabora en ediciones académicas de la School of Visual Arts en
Nueva York.
Su obra ha sido expuesta en colectivas e individuales, a nivel nacional e internacional, en
galerías, ferias y museos. Su gráfica es producida en el taller de letterpress Studio on Fire
en la ciudad de Minneapolis, Minnesota.
Su discurso propone una obra post-constructivista contemporánea, a través de la
significación de procesos y materiales. Es discípulo del maestro José Salat Figols.
Actualmente es catedrático de la Escuela de Artes Visuales Rubén Herrera, en la
Universidad Autónoma de Coahuila. He participado en múltiples congresos en México y el
extranjero.
Su trabajo co,o ilustrador es representado internacionalmente por Marlena Agency en Nueva York y en
Europa por Michel Legarde en París.
©2020 Acapulco 62
©2020 Miguel Castro Leñero
©2020 Federico Jordán